Paseo por arenas movedizas.
Me arrastro por desiertos incultos,
con la noción de mis ruegos,
el despecho que continúa hirviendo
en la sangre de mis pesares.
A los cuatro vientos exclamo
un declaración de culpabilidad,
un desaire de malos presentimientos,
enseñanzas obscenas bajo las texturas
de mi cién, mi vientre, mi sensatez.
La pulcritud de mi demencia me viste,
me acobija al suelo de la inadvertencia.
Le pido disculpas al destino,
le ruego a la fortuna
y me  arrodillo ante el hado por su bendición
pues heché al desperdicio años de crecimiento,
de puentes hallando luz, de ríos navegables.
Excusa mi estupor, mi tonta persistencia,
la ceguera por el desborde de mi interior,
(lava crujiente bajo la Amazona de quietud ... indiferencia.)
"Perdóname!", exclamo,
con lágrimas de impaciencia
al explotar mis capilares con el deseo de devolver.
"Creía que me amabas",
pero caigo con la ruda realidad
como testigo violador de mi hechizo.
Discúlpame por haberme aferrado a ti,
me arrepiento de las noches frías dedicadas a tu servicio,
las mañanas heréjicas entre tus brazos,
las mil y una veces que me llorabas.
Al destino, "Me embriagué con caricias paganas",
rechazé tus predecimientos, tu intervención.
Ahora me deslizo por granos del desierto del ayer,
débil... ante la ilusión de recobrar vida
y terminar esta deuda intimidante,
tortura intolerable que me castiga
por el desafío de mi insaciable deseo por ti.
Le suplico, le ruego a los aires que me dejan vivir,
por favor, deshecha los desperdicios de este infierno,
sacude las cenizas y abre pasos a callejones al descubierto.